Un día me desperté sólo para percatarme que el mundo había cambiado, los valores habían desaparecido. El primer indicio fue mi familia, cada quien iba y venía por toda la casa haciendo sus propias actividades con notable indiferencia, como si estuvieran solos en la habitación sin siquiera dirigirse la mirada, ya ni digamos la palabra, ¿a dónde se había marchado el amor?
Salí a la calle y frente a mí tenía algo todavía peor, toda la gente a mi alrededor gritaban, maldecían e incluso se golpeaban unos a otros, los más grandes abusando de los pequeños e indefensos, hombres y mujeres por igual contribuían al caos. Con tristeza le dije adiós al respeto, la solidaridad, la tolerancia, justicia y la paz pues el libertinaje había tomado posesión de mi mundo.
Aquellos que llamaba mis amigos me mintieron mirándome a los ojos y su lealtad se esfumo. Así ese día junto con el resto de los valores, se fue mi felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario